martes, 9 de junio de 2009

300 gramos más, un agujero menos

  • Días para la maratón: 137
  • Peso: 96,7 (-4,9)

La misma historia de la semana pasada. Me pesé. 300 gramos más. Esperé. Lo mismo. Esperé hasta hoy. Otra vez.

También es verdad que el viernes terminó con pizza, el sábado en un restaurant gallego y el domingo en una taberna vasca. No es el mejor menú para alguien que quiere perder 21 kilos, supongo.

Me justifico ante ustedes como me justifiqué ante mi mismo. La semana pasada mi amigo Will, que sabe de maratones, me dijo que está bien no ser un dictador para entrenar. Además, tenía alguna celebración pospuesta (nuestros diez años juntos) y se presentó una circunstancia inusual (la abuela se quedó con los niños).

Así que entrené un poco menos, aprovechamos la circunstancia inusual y celebramos.

A pesar de todo, esta semana el cinturón llegó al último agujero. Hace menos de un mes que le abrí dos huecos adicionales. El primero lo necesitaba en ese momento. El segundo esperaba usarlo, pero no tan pronto.

Aunque la ropa me quede mejor y haya perdido centímetros y no gramos, sé que tengo que seguir mirando lo de la alimentación. Y de eso se trata la columna de hoy de mi amigo Juan Ignacio Cortiñas. Quedan con él y nos vemos más abajo.



No pasar hambre



Nuestro ritmo de vida nos obliga a desayunar mientras nos duchamos, a almorzar mientras terminamos de enviar un informe por email, y a cenar todo lo que no nos pudimos comer durante el resto del día. Más allá de comer sano, de bajar el consumo de grasas y de evitar comidas con muchas calorías antes de dormir, es importante saber distribuir la cantidad diaria de alimentos, de tal manera que nunca se pase hambre. En esto, hay que decirlo, los científicos aún no se ponen de acuerdo: algunos dicen que una persona debería comer unas 17 veces al día; otras opinan que con una sola toma diaria es suficiente. Otros nos invitan a ayunar una vez a la semana (¡ja!).

Pero como el caso que nos toca aquí es ayudar al cuerpo a reducir esa grasa imbricada entre los músculos, y la idea no es estar soñando todo el día con chuletas de cerdo y otras frituras -¿cierto, José?-, una de las soluciones que a mí me funcionó para reducir de peso fue comer cinco veces al día.

Se entiende: los tres golpes diarios de siempre más dos meriendas.

Este punto es importante: hay que dividir lo que antes se comía en tres tandas a hacerlo en cinco. La explicación es muy sencilla: cuando el cuerpo siente que le va a faltar alimento, hace lo posible por guardar reservas, no vaya a ser. Y esas reservas, la grasa, son más fáciles de formar que de deshacer. Además, si se come cinco veces al día, se activa en igual número de ocasiones el sistema digestivo, lo cual favorece un aumento en el metabolismo con el consiguiente gasto energético. Ingieres la misma cantidad de calorías, pero gastas más. Matemática pura.

Como no tenemos tiempo para estar todo el día metidos en la cocina, esas dos meriendas (a media mañana y a media tarde) pueden ser unos 50 gramos de frutos secos (preferiblemente almendras sin sal), un sándwich o cualquier alimento sólido; el clásico tentempié que tanto disfrutan los deportistas. Con esto agobias el hambre por un rato, activas el estómago y te sientes un poco más lleno para cuando llegues a la cena, que, como les explicaré más adelante, debe ser nutritiva pero no muy calórica.

Faltan un poco menos de 20 semanas para la maratón. A comienzos de julio empiezo el plan de 15 semanas que pienso seguir para tratar de cruzar la meta en menos de cinco horas. Por eso, tengo que tratar de perder todo el peso que pueda en junio y estar más liviano para encarar ese entrenamiento.

Quiero aprovechar para darle las gracias a todos los que se sumaron al grupo en Facebook. Esas casi 200 miradas solidarias me ayudan a levantarme de madrugada y a no olvidarme de que además del que tengo conmigo, también tengo un compromiso enorme con ustedes que confían en mi.

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